Ajenas y maliciosas doctrinas tejen su translúcida telaraña por donde nos asomamos al mundo atados y mudos, pero en algún punto interior lucha nuestra inteligencia y nuestro espíritu por recuperar su voz.
Anónimo
A lo largo de la historia el pueblo ha estado en algunas ocasiones sometido a la voluntad de las élites, ha peleado en otras para no dejarse avasallar y ahora nos encontramos en la casi ausencia de voluntad popular como tal.
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| Los enemigos del pueblo |
Desde el imperio romano; el Estado visigodo de Toledo; el régimen político de al-Andalus; la monarquía “absoluta”, que le asesta un golpe muy fuerte ya en el siglo XIV; el régimen borbónico; la Ilustración, en especial su ideólogo principal, Jovellanos; la revolución francesa; la Constitución Española de 1812 y sus continuadoras; la II República y todas las formas de parlamentarismo, la derecha e izquierda aferradas al orden parlamentario; el fascismo de Franco; el régimen actual, parlamentarista, partitocrático y negador de la libertad de conciencia han ido minando el poder del pueblo.
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| Los enemigos del pueblo |
El estado actual a ejercido su “tolerancia” hacia el sistema de concejo abierto en los municipios de menos de 100 habitantes (que, al parecer, ahora quieren eliminar), lo que ocasiona un sistema asambleario espurio y desnaturalizado. Desean liquidar el concejo abierto y también casi todo lo que queda de comunal, 4 de 4,5 millones de has.
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| Los enemigos del pueblo |
Los enemigos en definitiva del régimen asambleario han sido y son el Estado, en todas sus formas, y el capitalismo, así como quienes son devotos del Estado, partidos, ideologías, religiones, escuelas de pensamiento, etc. Sólo una sociedad sin Estado y sin capitalismo puede autogobernarse por asambleas soberanas y, al mismo tiempo, las asambleas ya hoy contribuyen a ir creando una sociedad no estatal y no capitalista.
Hemos tratado de hacer un pequeño y simbólico recorrido histórico, mirando a la cara de los enemigos del pueblo, hay que hacer un esfuerzo de honestidad para quitarnos las ideas preconcebidas que se instauran en nuestra mente, para así reconocer las verdaderas intenciones de las élites y sus siervos.
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